El psicoanálisis como descripción metafísica de la subjetividad (I) El carácter descriptivo del psicoanálisis

Es indudable que el psicoanálisis, como doctrina especulativa de la subjetividad y como práctica terapéutica, posee una importancia determinante en el siglo XX, no sólo dentro de la historia de la psicología, sino también en la historia general del pensamiento.

Die_Traumdeutung_erste AusgabeConvencionalmente, el origen de esta teoría se sitúa en la publicación en 1900 de los tres libros que componen La interpretación de los sueños. Este libro fundacional está marcado por una gran presencia y dedicación al estudio de los sueños como satisfacciones derivadas y complejas de deseos. El objetivo de este análisis de los sueños era el de conocer a través de esa interpretación onírica los procesos anímicos que operan en las disfunciones psicológicas, para así poder tratarlas y erradicarlas.

Sin embargo, este hecho no anula la gran carga teórica y especulativa que el psicoanálisis arrastró desde un primer momento. Ya en ese mismo libro primerizo aparece, como un apartado final aparentemente accesorio, una sección, considerada por Freud como «psicología especulativa», dedicada a describir la naturaleza, las características, las instancias y la dinámica del aparato anímico, tal y como éste podía ser conocido a partir de la labor práctica de recopilación de datos en la clínica, y de interpretación y terapia. Esa última sección de La interpretación de los sueños, por lo tanto, abandonaba la simple y directa aplicación práctica y terapéutica del análisis, para entrar en el campo de la descripción científica de la subjetividad. Pues, justamente, lo que pretendía esta sección era aportar un material teórico acerca de la naturaleza del aparato anímico que presentaba la serie de fenómenos oníricos y patológicos localizados empíricamente, de tal manera que ese material teórico pudiera ser utilizado en posteriores investigaciones.

Resulta obvia la importancia de esta última sección especulativa de La interpretación de los sueños, sólo aparentemente accesoria. En efecto, para poder comprender las disfunciones patológicas de un aparato o de un mecanismo cualquiera, primero debemos conocer cuáles son sus funciones normales, su operatividad natural. Ya que es a partir de este funcionamiento, considerado como originario, como podremos definir posteriormente las disfunciones como tales, es decir como desviaciones del funcionamiento normal.

Into the Interpersonal communication - RutgersEs cierto que Freud elaboró desde un primer momento toda la labor analítica de las patologías psíquicas a partir del presupuesto de que éstas encontraban su origen en los mismos mecanismos y en las mismas instancias psíquicas que los fenómenos subjetivos normales o “sanos”, y no en instancias externas a la misma subjetividad que la experimentaba.

“Reconocimos que no es posible separar científicamente la normalidad psíquica de la anormalidad, de modo que, pese a su importancia práctica, sólo cabe atribuir valor convencional a esta diferenciación. Con ello hemos fundado nuestro derecho a comprender la vida psíquica normal mediante la indagación de sus trastornos, cosa que no sería lícita si estos estados patológicos, estas neurosis y psicosis reconocieran causas específicas, de efecto similar al de los cuerpos extraños en patología.” FREUD, S., Compendio del psicoanálisis; en: FREUD, S., Esquema del psicoanálisis y otros escritos de doctrina psicoanalítica, Alianza Editorial, Madrid, 1979, trad. Luis López-Ballesteros y de Torres y Ramón Rey Ardid, pág. 161.

Sin embargo, la posterioridad cronológica del estudio de la normalidad anímica respecto al análisis de la patología psíquica no debe ocultarnos la anterioridad lógica del conocimiento científico del aparato anímico que se encuentra afectado por esas patologías.

“Para él [FREUD], las teorías, derivadas de la clínica, al llegar a cierto nivel planteaban problemas epistemológicos que ninguna investigación empírica podría confirmar o afirmar. Lo que pedían las cuestiones lógicas del sistema eran respuestas en forma de hipótesis.” GREEN, ANDRÉ, “Lo originario en el psicoanálisis”; en: Revista de Psicoanálisis (Buenos Aires), 1990, vol. 47, nº 3, pág. 414, trad. Sonia Abadi y Ricardo Bruno.

De nuevo, si partimos de la consideración de que las disfunciones son, precisamente, disfunciones, y no elementos externos contaminantes, porque encuentran su causa en las mismas instancias y mecanismos que las funciones normales, entonces sólo podremos considerarlas como disfunciones si antes conocemos la naturaleza y comportamiento de las funciones normales que se ven afectadas en ellas (aunque esa anterioridad lógica se compruebe, sin embargo, en una labor especulativa cronológicamente posterior).

Sigmund_Freud_LIFE.jpgQueda de esta manera subrayada la gran importancia de la dimensión especulativa o meramente descriptiva desarrollada por el psicoanálisis a lo largo de su historia. Contrariamente a lo que se suele considerar, el psicoanálisis no es simplemente una doctrina de terapia psicológica. Nunca podría serlo, pues en la base de esa terapia se encuentra todo un edificio teórico de descripción del aparato anímico que se ve afectado por patologías y disfunciones psíquicas, las cuales, gracias a ese edificio teórico, podrán ser tratadas clínicamente. La práctica terapéutica del psicoanálisis es deudora en este sentido de su labor especulativa, lo que explica el hecho de que, desde su nacimiento a principios del siglo XX, y de manera conjunta a la ingente acumulación de material empírico y de datos observacionales propios del campo clínico terapéutico, los pensadores afines a esta doctrina psicológica hayan llevado a cabo igualmente una labor especulativa acerca del aparato anímico, intentando conocer mejor su naturaleza y funcionamiento, para poder después intervenir de manera más eficiente allí donde su natural operatividad se desvía.

La filosofía, como pensamiento crítico y actitud analizadora de los conocimientos y de la realidad, puede, por lo tanto, servirse de todo ese material especulativo, con parcial o total independencia de sus aplicaciones terapéuticas, para poder conocer mejor la naturaleza de nuestra subjetividad: a través de los datos científicos aportados por el psicoanálisis, la filosofía puede dar un paso atrás, allí donde esos datos son meramente descriptivos, y plantear su pregunta crítica, con la intención de conocer el porqué de esos fenómenos, la naturaleza de ese hecho.

Uno de los procesos anímicos que el psicoanálisis describe dentro de su dimensión especulativa, pero en el que no realiza una incursión especialmente detallada, es el proceso según el cual lo que Freud denominó «principio del placer» es complementado en la infancia, debido a exigencias propias del mismo despliegue y desenvolvimiento de la subjetividad, por el «principio de la realidad», aportado por la conciencia. Este proceso resulta crucial dentro de la biografía de los individuos, en la medida en que es el que permite la adaptación de los infantes al medio entorno real en el que se encuentran localizados, y hace posible la supervivencia tal y como la describen ciencias como la biología o la antropología. Sin la complementación del principio del placer por el principio de la realidad, sin el perfeccionamiento adaptativo que el segundo principio aporta al primero en su despliegue y en sus exigencias, el individuo humano nunca habría sido capaz de llevar a cabo las labores de adaptación y de supervivencia que hicieron históricamente posibles la evolución filogenética y cultural hasta nuestros días.

Principio de realidad.jpgPodemos, por ello, afirmar perfectamente de forma categórica que este momento supone, dentro de la biografía de cada individuo, una modificación de la subjetividad de carácter trascendental. Ya que funciona como condición de posibilidad de todo el desarrollo intelectual del que el individuo es capaz en su madurez. De no darse este proceso, o de llevarse a cabo de manera defectuosa o patológica, las consecuencias para la capacidad intelectual de ese individuo en el futuro pueden ser sumamente graves y, sobre todo, irreparables.

Ahora bien, teniendo en cuenta la importancia de dicho proceso, sorprende de entrada el poco material aportado tanto por Freud como por el resto de investigadores psicoanalíticos a la hora de entender con mayor detalle los acontecimientos psíquicos reunidos en esa complementación, tan vital para nuestra futura subjetividad. En los escritos de Freud, así como en las revistas especializadas en el estudio psicoanalítico de la subjetividad, existe un cierto vacío teórico respecto a esta cuestión.

Podemos aventurar dos consideraciones que explican dicho vacío: por una parte, el hecho, no anulado por nuestra anterior defensa de la dimensión especulativa del psicoanálisis, de que la mayor parte de su labor doctrinal haya estado siempre dirigida al estudio de las patologías implica que las aportaciones especulativas sean reducidas en número, aunque no en valor; por otra parte, como quedará mostrado posteriormente con más detalle, las descripciones que Freud aportó acerca de este proceso estaban siempre dirigidas a la explicación de la satisfacción de deseos, de modo que carecían de la correspondiente actitud crítica, más propia de la filosofía, capaz de preguntarse, ante un hecho, el porqué de tal fenómeno.

Con el estudio que vamos a llevar a cabo aquí, pretendemos en parte anular ese vacío teórico respecto a este proceso, intentando señalar, no sólo la importancia de entender ese proceso en tanto que momento trascendental de nuestro desarrollo subjetivo, sino además aportando ciertas claves teóricas que nos permitirán entenderlo desde una actitud diferente a la que se ha estudiado normalmente. Consideramos imprescindible comprender adecuadamente lo que acontece en ese momento determinante de nuestra biografía, de modo que dirigiremos nuestra atención a ese proceso, y buscaremos apuntar una explicación teórica capaz de dar justa cuenta de él.

Deseo.jpgPara ello, en nuestras siguientes publicaciones llevaremos a cabo, antes de acometer el estudio concreto y localizado de esa complementación del principio del placer por el principio de la realidad, un breve pero suficiente acercamiento teórico a la doctrina básica del psicoanálisis. De esa manera podremos definir el marco teórico que funciona como horizonte en las explicaciones psicoanalíticas de ese proceso, así como aportar las nociones y conceptos que nos servirán de base para su estudio. De hecho, como se comprobará a continuación, si bien Freud nunca se enfrentó a la explicación de este proceso anímico desde la perspectiva que nosotros vamos a adoptar en este estudio, sin embargo en su obra se encuentran, al menos en estado germinal o latente, los elementos suficientes para hacerlo, y para derivar de ese estudio las consecuencias determinantes que nosotros pretenderemos apuntar.

Este breve acercamiento estará por lo tanto dirigido a la aportación de la base teórica necesaria para acometer, a continuación, nuestro análisis crítico de ese proceso. Por ello mismo, poseerá meramente un carácter descriptivo, prescindiendo, por motivos de simplicidad expositiva, de muchos elementos doctrinales del psicoanálisis relativos a su dimensión terapéutica que no poseen una referencia directa a nuestra problemática.

 

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