La ciencia-ficción como ejercicio de hipótesis científica

La tesis de las dos culturas divide el edificio del saber humano en dos grandes secciones, la ciencia y las humanidades, en beneficio de la primera y perjuicio de la segunda. Esto produce un enfrentamiento entre aquellos que consideran que la ciencia es el verdadero ideal del hombre y los que piensan que la ciencia, de hecho, empobrece al hombre por oscurecer otras dimensiones de su cultura más profundas y significativas. Dentro de esta dicotomía, la ciencia-ficción, como producto artístico, se situaría en un terreno intermedio en el que nuestra capacidad creadora se serviría del arte para plantear un ejercicio de hipótesis científica, de cara a situación futura en la que los planteamientos científicos y adelantos tecnológicos actuales habrían generado ya sus últimas consecuencias, con el objetivo justamente de entender en todo su sentido el presente a partir de esas consecuencias esperables.

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Análisis y crítica del «principio de todos los principios» de Husserl (II)

¿Qué ocurriría si alguien opusiera a las afirmaciones de Husserl la formulación de un «principio de todos los principios» completamente opuesto al formulado por él que sostuviera que ninguna forma de juicio o intuición supone un comienzo válido para el conocimiento, de tal modo que todas las tesis científicas y cognoscitivas contendrían en sí mismas su condición de posibilidad y, por ello, su criterio de verdad? Este hipotético principio relativista absoluto cumpliría la condición de posibilidad exigida por el «principio de todos los principios» al levantarse sobre una intuición eidética, pero, paradójicamente, lo haría justamente para negar la validez de su propia condición, moviéndose en un limbo de infundamentación en el que lo fundado y lo infundado serían formalmente equiparables. Por lo tanto, parece, por lo pronto, que el «principio de todos los principios» sería incapaz de resistir el enfrentamiento de un principio semejante a él que, cumpliendo sus condiciones, las negase.

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¿Hasta dónde tiene sentido dudar o no de una verdad? Una propuesta práctica inspirada en «Sobre la certeza» de L. Wittgenstein.

Si allí donde llevamos a cabo el más sencillo de los cálculos matemáticos, la más sencilla de las deducciones, es todavía posible la presencia del error posteriormente comprobado, ¿por qué no podríamos suponer que hemos cometido un error en todas aquellas ocasiones en que hasta ahora hemos querido revisar la veracidad de todas las proposiciones que sostenemos como verdaderas? ¿No es siempre posible dudar de todo, incluso de aquello que consideramos como más seguro y fiable? ¿Resulta realmente suficiente a la hora de plantear la duda acerca de nuestros conocimientos la consideración de que esa duda es posible si el descubrimiento de la legitimidad de esa duda a partir de la comprobación del error no conlleva, al final, efectos suficientes sobre nuestro conocimiento como para ponerlo en peligro desde el principio?

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Análisis y crítica del «principio de todos los principios» de Husserl (I)

El «principio de todos los principios» establece las condiciones según las cuales un conocimiento claro o distinto se da a la conciencia, antes incluso de la posible discusión acerca de su verdad o falsedad. Ahora bien, tal radicalidad de un principio exige un análisis igualmente radical de sus características y consecuencias, ya que una consideración débil o superficial podría dejar pasar elementos falaces o contradictorios que podrían resultar fatales a la hora de levantar una ciencia cierta sobre este principio. En este sentido, intentaremos en nuestro estudio realizar dicho análisis radical de este principio, aun cuando ello signifique obligar al propio principio a enfrentarse a su propia autodestrucción.

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La ciencia de los eíde (III) – La ciencia siempre anhelada.

La ontologización de los eíde es el peligro constante que sufre la metafísica como ciencia del ser en cuanto ser, la amenaza límite que echaría por tierra precisamente el fruto más valioso de su esfuerzo a base de destruir su objeto de estudio. El estudio del eîdos del «ser-eîdos» es el estudio de la diferencia entre los entes particulares que «son algo» y ese «algo» en cuanto siendo excelente. Los eíde no son en absoluto entes, y esto es lo que produce que la ciencia de los eíde sea siempre una ciencia perseguida pero nunca alcanzada ni poseída. O, dicho en otras palabras, que no sea en absoluto una ciencia.

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La ciencia de los eíde (II) – La estructura onto-lógica del «decir el ser».

La existencia de los entes universales se nos hace patente a través de la predicación que hacemos respecto de las características de los entes particulares en base a ellos según una estructura del juicio predicativo que podemos denominar estructura onto-lógica: «decir algo-1 de algo-2». Es el mismo juicio simple de predicación el que nos introduce en la diferencia entre la existencia concreta de un ente particular y el ser universal potencialmente compartido.

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La nueva apuesta de Pascal: Kant y Nietzsche.

En último término, la respuesta a la apuesta de Pascal siempre tiene que venir establecida por su valor ante nuestra exigencia de ser felices. La filosofía moral de Kant parte de un pesimismo ético para prometer una esperanza – la filosofía moral de Nietzsche asegura la felicidad, incluso la felicidad moral ansiada por Kant, sin necesidad de postulados ni esperanzas. En Kant la filosofía moral es una teoría de cómo hacernos dignos de ser felices que sostiene, a su vez, la imposibilidad de serlo plenamente – en Nietzsche la filosofía moral es una teoría de cómo ser efectivamente felices, desde un concepto de virtud que sí es causa de la felicidad.

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La ciencia de los eíde (I) – El problema de la existencia de entes universales.

Según un criterio lógico, reconocemos la preeminencia y primacía de los entes universales respecto de los particulares en la medida en que estos últimos reciben de los primeros su determinación ontológica, su ser X o Y. Porque de ellos es de donde les viene a estos su ser mesas y armarios. Pero, de modo complementario a esta primera afirmación, un criterio empirista nos muestra que es imposible sostener que los entes universales existan del mismo modo que los entes particulares dada su manifestación fenomenológica radicalmente diferente, lo cual afecta a nuestra vía de acceso a ellos. Si los eíde son algo, no pueden de ninguna manera ser entes al modo de los entes particulares de la realidad sensible.

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Wittgenstein y los conceptos borrosos. Enseñanzas de semántica pragmática acerca de la «exactitud» de cualquier ciencia.

Las reglas que delimitan un uso correcto y uno incorrecto de los términos son reglas sociales o de convivencia. Es la forma de vida la que determina cuáles son los usos correctos del lenguaje y cuáles los incorrectos. Y esas reglas sociales no pueden más que ser borrosas, esencialmente elásticas, para poder adaptarse al continuo devenir de la acción humana.

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